Por Business Doc Europe
24 de Noviembre de 2021
“Más que un sector, somos una fuerza colectiva” es el eslogan bajo el que opera Chiledoc. La comunidad chilena del documental ha mostrado una resiliencia considerable durante tiempos realmente difíciles. Flor Rubina le explica a Business Doc Europe cómo.
Son momentos ajetreados para Chiledoc, la organización que desarrolla, produce, promueve y distribuye documentales chilenos. Han estado ocupados con IDFA, el mayor festival de documentales del mundo. En Ámsterdam se han estado exhibiendo filmes chilenos, entre los que destaca Travesía Travesti, de Nicolás Videla, mientras que La Casa, dirigida por Bettina Perut e Iván Osnovikoff estuvo en IDFA Forum, donde ganó el premio al Mejor Pitch. Maite Alberdi, la ilustre cineasta nominada al Oscar por El Agente Topo, es una de las productoras de La Casa.
Así como IDFA, hay otro evento de industria masivo en el horizonte. Chiledoc está organizando el VI Encuentro Internacional de Industria Documental Conecta (del 29 de noviembre al 7 de diciembre), un espacio que reúne a cineastas, financistas, distribuidores, exhibidores, programadores de televisión y agentes de venta de América, Europa y Asia. El Covid significó que el evento suceda de manera online.
“Al pasar a una edición virtual, todo es… más grande”, Flor Urbina, directora ejecutiva de Chiledoc, reconoce que sí, tiene mucho trabajo. Hay casi 90 proyectos de países latinoamericanos, así como invitados de 30 países. “Esto es gigante para nosotros”. Se espera que participen agentes de ventas europeos, como Autlook, Rise and Shine y Lightbox.
Chiledoc tiene un programa de distribución, MiraDoc, para ayudar a la circulación de documentales chilenos en su propio mercado. Travesía Travesti es una de las seis cintas que serán estrenadas por esa iniciativa el próximo año.
“Esta pandemia nos hizo daño. Nos estaba yendo muy bien en las salas de cine arte (antes del Covid). Tratamos de trabajar en ciudades fuera de Santiago. Visitamos 17 ciudades diferentes (en Chile) en presencia del director”, dice Rubina. “(Pero) estamos recién volviendo a estar en cines otra vez… nuestra fortaleza está en las salas de cine y el contacto con las audiencias”.
Chiledoc reparte las ganancias con los cines en proporción de 50/50 o 60/40, de lo que toma el 10%. “El resto es para los productores”.
Sí, dice Rubina, la nominación al Oscar asegurada por El Agente Topo, de Maite Alberdi, le dio un gran impulso a todo el sector. “También nos hizo posible hablar de documentales en Chile. Abrió los ojos de la audiencia chilena al documental”.
Ella cree que es importante que las películas como El Agente Topo y La Cordillera de los Sueños, de Patricio Guzmán, sigan siendo elegidas para representar a Chile en premios los Oscar y los Goya.
Ha habido reducciones de los fondos gubernamentales durante el Covid. Los viajes por agencias culturales nacionales se han más o menos detenido durante este año por la pandemia, y los cineastas chilenos que han viajado a eventos internacionales, varias veces han tenido que arreglárselas por sí mismos.
La sensación de incertidumbre ha aumentado aún más por las elecciones nacionales que se llevaron a cabo este mes, y que no dieron un resultado definitivo. Habrá una segunda vuelta el próximo mes, y el candidato de derecha, José Antonio Kast, ha logrado amplio apoyo. Si él gana, es muy difícil que sean buenas noticias para el sector cultural. De todas maneras, Rubina se siente alentada por los nuevos talentos en el documental que están emergiendo en Chile.
“Más que un sector, somos una fuerza colectiva” es el eslogan bajo el cual opera Chiledoc. La comunidad chilena del documental ha mostrado una considerable resiliencia durante tiempos realmente difíciles.
Como en muchas otras partes del mundo, los productores locales están cada vez más exasperados de las entrevistas por Zoom. Están desesperados por ir a mercados internacionales y festivales en persona. Es importante no solo para mantener la moral, sino también porque muchos dependen de socios de coproducción, y generalmente es más fácil colaborar en persona.
Aun así, hay motivos para ser optimistas. “Según lo que sabemos, todo volverá a la normalidad en 2022”, dice Rubina sobre las esperadas relajaciones de las actuales restricciones para viajar. El próximo año, ella y su equipo deberían volver a liderar delegaciones a eventos como Sheffield, Hot Docs e IDFA.
Al preguntarle sobre directores y proyectos de Chile para estimular a distribuidores internacionales y organizadores de festivales, Rubina nombra algunos.
Patricio Guzmán está trabajando en un proyecto sobre la nueva Constitución. Maite Alberdi tiene al menos dos nuevos filmes. Uno, La memoria infinita, es sobre la política y actriz Paulina Urrutia y su esposo, víctima de Alzheimer.
Otro proyecto destacado por Rubina es Breaking the Brick, de Carola Fuentes y Rafael Valdeavellano, sobre las batallas políticas en torno a las brutales políticas liberales impuestas en Chile por tantos años.
También hay altas expectativas por El porvenir de la mirada, dirigida por Cristián Leighton, que fue presentado en el foro de coproducción en San Sebastián. Situado en un hospital, lidia con la represión y violencia que enfrentaron muchos jóvenes chilenos durante las protestas políticas y sociales de 2019. Es una producción asociada por Sebastián Lelio, uno de los directores de ficción más conocidos de Chile.
“Chile está pasando por tiempos turbulentos”, reflexiona Rubina. Ella cree que los chilenos aún están lidiando con la época de Pinochet. “Como país no hemos sido capaces de cerrar ese ciclo. Lo que pasó en 2019 también tiene que ver con eso…”
Habiendo dicho eso, el descontento político entrega material muy valioso para los documentalistas. También lo es la actual crisis medioambiental en el país. En cualquier caso, a los documentalistas chilenos no les faltan historias que mostrar en los próximos meses y años.